Texts
Los infortunios de la virtud
(O
la fábula de dos hombres engañados que espían a
sus mujeres engañadas que espían a los hombres que las engañan con las mujeres
que los engañaron)
¿De
qué trata Così fan tutte? Se
preguntan el neófito y el asiduo. Paradójicamente, aparentaría ser la más
risueña de las obras de Mozart (sobre el
aire, sobre nada); y, sin embargo, es la más gigante, desconcertante y opaca:
esto es, que a pesar de que las conclusiones que podamos obtener sobre ella
suelen ser entre inquietantes, angustiantes o siniestras, sus personajes nos parecen entre ridículos y triviales, siguiendo una trama inverosímil, y suspendidos en la
música más maravillosa. Tan gigante es, que una sola puesta no puede dar con todas sus facetas, sino sólo proponer un paseo por
algún costado de ella, ofrecer una perspectiva,
un momento o un tránsito.
Acercarnos
hoy a Così implica primeramente
entender que, a diferencia de Le Nozze di Figaro y Don Giovanni, estamos frente a una
obra “de género”, una comedia picaresca de disfraces, con sus convenciones y
reglas. Este punto de partida es fundamental para suspender el juicio de lo
verosímil (¿Ellas no los reconocen? ¿Ellos quieren que ellas sean seducidas, o no?), dato al que debemos sumar que
el género picaresco en la época incluía frecuentes alusiones sexuales
absolutamente explicitas (en esta obra el sexo es metáfora de los
sentimientos, y no a la inversa, como
ocurrirá con la comedia sentimental del siglo XIX). Inverosimilitud y sexo van
de la mano: uno sostiene al otro, no reconozco en tanto que reprimo; avanzo en
la conquista a pesar de que se que está mal hacerlo.
Esta
elección de género, por parte del binomio Mozart /Da Ponte no es aleatoria,
sino totalmente voluntaria: eligen una obra de género, porque el tema mismo de
Così es la parodia: así como Nozze enfrenta al individuo contra el soberano, y Don Giovanni contra Dios, Così explora
la institución del matrimonio como teatro, del amor como representación. Es el final de la paráfrasis Poder/Religión/Familia.
Nada
en Così es lo que parece ser: verdad,
mentira, su representación, su repetición, su reflejo, parodia, copia,
imitación y eco se mezclan, ordenan y desordenan con la explicita idea de hacernos comprender
que nuestros sentimientos y convicciones amorosas son tan verdaderos como una
obra de teatro. Ahora, en medio de este
atolladero inmoral, es donde la obra se vuelve más reveladora: luego de haber
paseado a las dobles parejas de amantes por los laberintos de sus emociones,
que los llevan como fuerzas invisibles que no comprenden y ni siquiera reconocen; en vez de
abandonarse al cinismo, se resume y dicta sentencia un instante antes del
castigo: aceptar los elementos contrastantes de nuestra naturaleza es el único
camino a la felicidad. La conciliación entre el deseo salvaje y el límite que
nos imponen nuestras propias relaciones, es la única manera de ser felices. En definitiva, Don Alfonso, un poco al decir de S. Zizeck, lleva a los amantes a través de un camino Sádico
(invirtiendo la escala de valores virtuosos, o proponiendo una escala
libertina), entra en el terreno de Kant (la experiencia es el único camino al
bien, la inocencia no es un valor per se). No olvidemos
que La Filosofia en el tocador es la
obra más parecida que hay a Così.
Este
engaño inicial, que pretendería descubrir la naturaleza inmoral del hombre, es
utilizado para revelar la naturaleza artificial de nuestras elecciones: la
pareja “original” es, en términos morales, equivalente a la “natural”, porque
ambas son igualmente inducidas. ¡Ironía, y no cinismo! Aún
hoy este tema es para nosotros un tabú, o un atolladero, cuando menos, que
precisa de nuevos juegos de la crueldad para revelarnos la trampa en la que
hemos caído, porque, al decir de Mark Twain “es más fácil engañar a la gente,
que convencerlos de que han sido engañados”.