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Italia devora a sus hijos

El incierto camino hacia la unificación italiana.


I due Foscari, sexta opera de Verdi, marca el intento mas notable y radical de su autor por romper con el esquema formal del belcanto, que hacia 1844 aparecía a sus ojos como esquemático y anticuado. La opera se basa en la novela de Byron The Two Foscari, cuya trama incluye no solamente todas las temáticas favoritas verdianas (la relación padre-hijo, la relación amor-poder, la justicia publica versus la justicia privada), sino que le permite a su autor, además, explorar la parábola del sacrificio del hijo y reflejar vívidamente las luchas intestinas que, durante esos años marcaban convulsivo proceso de unificación de Italia, para esa época aun frágil e incierto.

Desde una perspectiva política, Venecia, con sus 1000 años de tradición autárquica y republicana, le brinda a Verdi una brillante e insólita oportunidad de ofrecer al publico italiano una clarísima metáfora de la patria; Venecia es el espejo en que se vislumbra el ideal republicano hacia donde todos los intereses de Italia deben confluir.

El tema mismo de la obra de Byron es para Verdi un fiel retrato de la decadencia de la política de salón: una tragedia histórica centrada en un gobernante que admite el encarcelamiento, tortura y exilio (y, eventualmente, la muerte) de su único hijo a manos de sus adversarios,  no como concesión para  permanecer en el poder, sino por su creencia en la universalidad de la ley dentro de la república. Francesco Foscari,  férreamente apegado a los ideales de justicia y al valor de las leyes, se ve rodeado de conspiradores patricios y autoritarios. Él es un representante del mismo poder que lo oprime,  intentando conciliar sus ideales con un mundo corrupto, y su imposibilidad para accionar frente a sus conspiradores lo deja aislado frente a una Venecia cuyas leyes le son, ahora,  ajenas. Dicho de otra manera, el intento de Francesco de sostener sus valores republicanos a pesar de que estos sean irreconciliables con sus intereses personales se ve coronado con la más amarga derrota. Los dos Foscari, padre e hijo, representan el pasado y el futuro de Italia, ambos amenazados por la insidia política. En ese sentido, I due Foscari es una obra pesimista, que enfrenta al espectador a tomar partido frente al autoritarismo y a los intereses políticos, y a reflexionar sobre la fragilidad de la justicia y sus mecanismos cuando unos chocan con otros.

Desde el punto de vista estilístico, Verdi retrata el patetismo de cada situación insuflando vigor a través del novedoso uso del leitmotiv, esto es, de la melodía que identifica a cada personaje, generando así cohesión y unidad, y brindándonos la obra ya no como una sucesión de arias y ensambles, sino como un gran arco dramático, lejos de los formulismos de décadas anteriores. Los personajes, y las situaciones ambiguas que atraviesan, nos impactan por el naturalismo con el que son retratadas, muy lejos del maniqueísmo que caracteriza al periodo en que se gestó. El mundo de este melodrama histórico se nos presenta desde una óptica cinematográfica, concreta, casi como una película neorrealista: el peso de mil años de tradición esta ahí, presente, asfixiando a los personajes. Mientras el mundo se debate entre la antigua política "de salón" y la nueva política "de balcón"; Francesco Foscari, privado de futuro, muere abrazado al pasado.